Grupos de consumo
El futuro … … es hoy
Comunidades que se autoorganizan para cubrir sus necesidades con justicia, reduciendo impactos y fortaleciendo vínculos de solidaridad local.
En España y otros países de Europa podemos encontrar la iniciativa La Colmena que dice Sí, una red de grupos de consumo que conecta a productores locales con comunidades de consumidores organizados. En Columbia, el colectivo Colyflor reúne a más de 200 familias agroecológicas, ofreciendo alimentos sanos y de temporada a precios justos, al tiempo que fortalece la soberanía alimentaria y los lazos comunitarios.
Los grupos de consumo son comunidades de personas que se organizan para adquirir productos de manera colectiva, priorizando la cercanía, la sostenibilidad y la justicia social. Funcionan bajo un modelo horizontal y participativo: los propios consumidores gestionan sus compras, establecen relaciones directas con los productores y distribuyen los pedidos sin necesidad de intermediarios. Aunque suelen centrarse en alimentos frescos, su alcance puede extenderse a energía renovable, ropa sostenible, productos de limpieza ecológicos o servicios comunitarios.
Este modelo representa un cambio de paradigma en el consumo: de la lógica individual y extractiva a una lógica comunitaria y regenerativa. Al unir fuerzas, los grupos pueden acceder a alimentos de calidad, a precios más justos, al tiempo que garantizan ingresos dignos para quienes producen. Además, reducen la huella ecológica al favorecer circuitos cortos de distribución, minimizan envases y embalajes, y apoyan a agricultores, artesanos y proveedores locales.
Los grupos de consumo no solo transforman lo que compramos, sino también cómo nos relacionamos. Se convierten en espacios de encuentro, diálogo y aprendizaje colectivo, donde se tejen vínculos de confianza y solidaridad entre vecinas y vecinos. Son una alternativa inclusiva y adaptable, válida tanto para barrios urbanos como para comunidades rurales, y aplicable en contextos muy diversos, desde países del norte global hasta regiones del sur.
Este modelo tiene el potencial de regenerar no solo la economía, sino también los lazos comunitarios y la relación con el entorno. Su motor es la comunidad: personas organizadas que deciden actuar juntas para construir un futuro más justo, resiliente y sostenible.
¿Qué puedes hacer tú?
Existen directorios como La Colmena que dice Sí o iniciativas locales en redes sociales. Unirte es una forma sencilla de empezar.
Si no hay un grupo en tu zona, puedes organizarte con amistades o vecinas para comprar directamente a productores de confianza.
Además de alimentos, puedes impulsar compras colectivas de energía renovable, ropa sostenible o productos de limpieza ecológicos.
¿Qué podéis hacer como colectivo?
Organizar un espacio comunitario en el barrio o el pueblo, fijando calendarios de compra y formas de reparto colaborativas.
Establecer alianzas estables con agricultores, panaderos o ganaderos locales para dar salida a su producción.
Organizar charlas, ferias o talleres que acerquen a más personas al consumo responsable y regenerativo.
¿Qué puede hacer tu ayuntamiento?
Ceder locales municipales o espacios comunitarios para que los grupos puedan organizar sus repartos y encuentros.
Ofrecer vehículos o infraestructuras de almacenamiento que faciliten la distribución de productos locales.
Integrar a productores agroecológicos y locales en los contratos de comedores escolares, hospitales o residencias.
¿Cómo se paga?
Segunda convocatoria de ayudas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, a proyectos de infraestructuras medioambientales, digital y social (abierta hasta 31/12/23)
Podrán recibir apoyo las iniciativas de huertos urbanos/comunitarios y las plantas de compostaje o plantas de acopio de biomasa que favorezcan la gestión sostenible de los recursos forestales.
Para Profundizar
Estudios
Alimentación, estilo de vida y participación: un estudio etnográfico de los grupos de consumo agroecológico en castilla y león.
Guías
Podcast
Efectos secundarios:
Fortalecimiento comunitario.
El trabajo en equipo y la organización colectiva generan confianza, solidaridad y tejido social, recuperando la vida de barrio o de pueblo.
Reducción de la huella de carbono.
Al favorecer circuitos cortos de distribución, se reducen los kilómetros recorridos por los productos y con ello las emisiones contaminantes.
Impulso a la economía local.
Los productores reciben un pago justo por su trabajo, lo que favorece la viabilidad de proyectos agroecológicos y de pequeña escala.
Menos envases y residuos.
Las compras colectivas y directas eliminan intermediarios y reducen la necesidad de embalajes, especialmente plásticos de un solo uso.
Educación y sensibilización.
Los grupos fomentan la conciencia crítica sobre el consumo y generan espacios de aprendizaje práctico en torno a la sostenibilidad.